OPINIÓN: La dignidad de los pueblos
Las dos telenovelas de turno en la programación nacional, la cubana y la brasileña, acaban de empezar, y no acaparan aún la atención de los medios, ni se imponen en los debates callejeros. Pero otra telenovela, más cercana al reality show, se convierte en obligada referencia. Un personaje, conscientemente sobreactuado, se apropia de todas las reglas del género. Dos detalles definen la diferencia: la posesión del botón rojo de los misiles atómicos, y un guión irracional, soberbio, impredecible, por momentos trágico o cómico, a veces ridículo. Lo más importante: no es ficción, es real. No parece posible hablar de otra cosa. Algunos historiadores dicen que Nerón incendió Roma para rehacerla a su gusto; este empoderado pretende algo más vasto: incendiar el mundo para rehacerlo a su manera. Es tan estúpido y tan rico, que no bromea. Quiere que permanezcamos atentos a cada nuevo anuncio suyo, porque disfruta, necesita, que “los otros” se asusten, como esos perros que ante cada transeúnte hacen el ademán de morder para aspirar la adrenalina del miedo. Se pasea con la boca torcida, los labios apretados, el mentón ligeramente elevado, “No los necesitamos”, dice de América Latina, con desprecio y arrogancia, y agrega, “ellos nos necesitan”.
Pero su bravuconería es contraproducente: no........
© Cubasí
