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El ballet y la liberación cultural

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16.04.2025

Cuba es una potencia de la enseñanza del Ballet. No solo en el sentido de tener resultados, sino en la sensibilidad de los públicos educados durante décadas de productos de calidad. Allí hay que debatir en torno a las políticas de fomento de los gustos y el acceso a la mal llamada alta cultura, que no es otra cosa que una sola y por ende un derecho humano. En el panorama de la creatividad de la isla está inscrito ese capítulo que fuera Alicia Alonso y sus destellos. Fue la mujer que se enfrentó a una época y que dio a luz a un proyecto humano y social que iba más allá del arte, uno que se conformaba en el intríngulis de la nacionalidad y que viaja en los genes de una identidad desde entonces diferente.

Hablar de ballet en la Cuba de antes, la de las élites, era hacerlo sobre un arte de raza blanca, de posición acomodada y con vínculos con el poder global. Ahí estaba el secreto de lo que había que derribar, ese era el nudo gordiano del clasismo que le negaba al país el acceso a una cantera mayor de talentos. Si de algo hay que mostrar orgullo es que en Cuba tanto el pueblo como los trabajadores de la cultura han sabido ser protagonistas de esas transformaciones y que hoy, aún con la crisis económica que nos golpea, persisten como logros que distinguen y que acompañan. El ballet que va a las cooperativas, el que se presenta........

© Cubahora