¿Armas para qué?
Las armas, como pasa con los libros o los retretes, no son en sí buenas ni malas: todo depende de cómo y para qué se usen. A veces lo olvidamos. Leer el último libro de Tamara Falcó sentado en el váter no necesariamente ocupa un lugar superior en la escala de desarrollo humano que sujetar un fusil con bayoneta como el de la mujer francesa a la que pintó Delacroix. Son muchas las veces que el ser humano ha blandido armas con los fines más honorables. Los milicianos republicanos que lucharon por la democracia en España, los soldados zapatistas que se auparon en la selva Lacandona o las tropas aliadas que derrotaron al nazismo nos recuerdan que las armas pueden ser las mejores herramientas para defender derechos y libertades.
Europa se entrega al engorde armamentístico y en España debatimos cuánto debemos reforzarnos militarmente ante las amenazas de un mundo desquiciado sin dejar de ser progresistas. Un debate que, como todo lo que pasa en esta Unión Europea, tan Tamara ella, aparece con frivolidad, sin que ni el cómo ni el para qué ocupen una posición central. Es para defendernos de Putin, repiten los telediarios porque Trump, amigo de Putin y también........
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