Las náufragas de la tormenta
Me soñé en un barco, un enorme trasatlántico en un año indeterminado de ese periodo que inadecuadamente llamamos “entreguerras”. Podía ser nuestro republicano año de 1931. Pero no: había repercutido en mujer inglesa con casa noble y enorme en York, aunque para ser más rural, en Kent. Volvía de Nueva York, de una aventura de amor loco y frugal con un agente de cambio y bolsa que lo había perdido casi todo en la crisis del 29. Lo había perdido casi todo menos la vergüenza. Me acompañó hasta la pasarela del barco y le dio una lujosa propina a uno de los mozos para que le dejara pasar a mi camarote de primera clase. Sus intenciones, aviesas y traviesas –insistió mucho en lo segundo- no querían........
© Canarias Ahora
