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La insomne romántica

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14.02.2025

Al filo de las 10:00 p.m., en una de las torres de apartamentos cercanas a la calle Tulipán, la septuagenaria Dolores inicia su ritual de cada jornada. Con parsimonia, verifica hasta el mínimo detalle: las almohadas en el lugar exacto, la sábana estirada, la lámpara encendida sobre la mesita de la derecha… Todo listo, se dispone a ¿dormir? ¡Qué va! Empuña el mando del televisor, coloca la memoria flash en la ranura correspondiente y se apresta a disfrutar la telenovela mexicana Abismos de pasión.

Es el mejor momento de su día a día. Ahora puede descansar, olvidar las preocupaciones; pasa revista: la cocina está recogida y limpia, los frijoles puestos en remojo, la ropa guardada.

Con placer anticipado busca el capítulo que dejó a medias la madrugada anterior; sí, el 123. La escena resulta bien emotiva: Don Aníbal, el patriarca de los González Iznaga –dueño de varios negocios, algunos un tanto turbios–, recrimina a su esposa por aceptar en la mansión a Inés, sobrina de su cónyuge.

-¡Desde que regresó esa serpiente, no hay paz en esta casa! -vocifera ajustándose el ancho cinturón, cual émulo de Jorge Negrete.

Doña Eulalia gimotea, retuerce el pañuelo bordado.

-No podía dejarla en la calle con su hijita. Ese angelito no tiene la culpa.

A la señora le tiemblan las pestañas, los cachetes, el cuerpo entero. Alza las manos suplicantes y los sollozos suben de tono.

Dolores también se emociona; chupa con mayor fuerza la pastilla de menta, buena para la garganta y la tos. El ruido de un........

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