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Casi un siglo atrás

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14.03.2025

Colegas hoy olvidados, en su época reflexionaron sobre una profesión cuyo ejercicio no siempre ha estado a la altura de su responsabilidad social

Algunos periodistas de antaño aún motivan investigaciones, tesis, ponencias, artículos, y remembranzas en fechas señaladas. Sin embargo, en este Día de la prensa cubana no voy a detenerme en Enrique de la Osa, Carlos Lechuga, Mario Kuchilán, Ángel Augier, Lisandro Otero Masdeu, Eladio Secades, Mariblanca Sabas Alomá, Loló de la Torriente, Sergio Carbó, Salvador García Agüero, Juan Emilio Friguls, por solo mencionar a unos pocos. Tampoco abundaré en muy renombradas personalidades literarias y de la intelectualidad que a la par ejercieron el periodismo.

Hablaré sobre colegas que llegaron a tener cierta reputación dentro del gremio y hoy prácticamente nadie recuerda. Lista bien larga sería si los mencionara a todos. Muchos de ellos trabajaron en los diarios y revistas más significativos de la primera mitad del siglo XX (por ejemplo: El Mundo, Diario de la Marina, El País, Información, Prensa Libre, Noticias de Hoy; Carteles, la propia Bohemia); obtuvieron diversos premios y, llegados a la edad de compartir su experiencia, insistieron en divulgar mediante conferencias, ensayos y comentarios: buena parte de estos publicados en la serie de libros El periodismo en Cuba; lo que consideraban mejor dentro del periodismo nacional y en señalar críticamente los numerosos lunares. La mayor parte de las veces reflexionaron con seriedad, en otras ocasiones apelaron al humor y la ironía.

Ideales versus realidades

Foto. / xxx

En 1949 José Hernández Guzmán ya se había retirado, pues contaba con 86 años de edad. Para él, seguían vigentes comentarios hechos a inicios de la década: “El periodista (me refiero al verdadero) nunca luchó, ni lucha, ambicionando un porvenir, ni persiguiendo la gloria […] Decir la verdad en un artículo vibrante y enjundioso, es su silenciosa glorificación; anticipar una interesante noticia, la victoria más sonada de su vida”.

Hermoso pensamiento. No obstante, existían discrepancias entre las aspiraciones y el cotidiano bregar.

Mientras los profesionales de la prensa padecían estrecheces económicas, atados –salvo un grupo reducido– a salarios y retiros exiguos, los dueños de los medios de comunicación tendían a anteponer su bienestar financiero a los demás principios o consideraciones.

En tal sentido se expresó en 1942 Conchita Castanedo: “Hay que distinguir entre las empresas periodísticas........

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