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Atisbos de la vida doméstica

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18.06.2025

Múltiples obras pictóricas recrean la intimidad de la existencia cotidiana en naciones occidentales de los siglos XVII-XIX

De un mundo donde no existían las películas, los videos, los teléfonos celulares con cámaras, y realizar fotografías –cuando finalmente se inventó– no estaba al alcance de cualquier aficionado, ¿cómo tener en la retina una imagen más o menos verídica de las actividades habituales, los objetos, el vestuario en el ámbito hogareño? Por suerte ese universo, en apariencia intrascendente, motivó a maestros de las artes plásticas europeas.

Borch: Mujer pelando una manzana (h. 1660). / aparences.net

Familias y criadas, cuyos días, pesares, expectativas y alegrías llenaron los siglos XVII-XIX, son los protagonistas de cuadros con diversos formatos. A dichas obras se les conoce como pintura de género doméstico o de interiores.

La ensayista española Charo Crego, autora del volumen Dentro. La intimidad en el arte (Abada Editores, 2023), precisa que esta vertiente pictórica surge en los Países Bajos; allí hacia 1600 “no hay monarquía […] los que marcan la organización social son los […] burgueses”. Ellos les otorgan especial relevancia a sus domicilios y gustan de verlos recreados en lienzos firmados por los virtuosos del pincel.

Aquellos artistas y sus sucesores, procedentes de disímiles naciones, nos enseñan las salas de estar y de música, los corredores, las alcobas, cocinas, despensas, los patios, muebles y enseres de uso diario.

Señoras de clase media y niños constituyen el centro de obras como Madre despiojando a su hijo (1650) y Mujer pelando una manzana (concebida en fecha cercana a 1660), ambas del neerlandés

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