Guerra Chiquita: desorganización, desunión y traiciones
Sobre la base de los errores y vacilaciones cometidos en ella, comprendió que solo era posible la victoria si se contaba con un Partido que aunara a los patriotas cubanos y los organizara para la lucha
Por. / Pedro Antonio García*
Con su gesto viril en la Protesta de Baraguá, Antonio Maceo transformó la capitulación del Zanjón en simple tregua. Las jóvenes generaciones, desilusionadas de los hombres del 68 que dejaron caer la espada y pactaron una paz sin independencia ni abolición de la esclavitud, vieron en el Titán, Calixto García y otros mambises, que no aceptaron la rendición, los futuros jefes que volverían a hacer “batir el cobre” en la manigua cubana.
La Guerra Chiquita demostró que Baraguá había convertido a la capitulación del Zanjón en simple tregua. / Autor no identificadoPor otra parte, España nada cumplió de lo que había prometido al suscribir el ominoso Pacto. Como diría Martí años más tarde: “prometió el gobierno (de Madrid) que cesando la guerra, cesarían las cargas por ella originadas y acabada la guerra continuaron las cargas”. Los altos impuestos se mantuvieron, atentando contra el nivel de vida de los cubanos. Solo se le dio la libertad a los esclavos que combatieron en la guerra, tanto en las filas españolas como cubanas. Parecía aquello un retroceso a 1867.
No es de extrañar que desde inicios de 1879 proliferaran en toda Cuba los núcleos de conspiradores independentistas. Lamentablemente comenzó a aflorar el mal que tanto daño había hecho a la gesta de 1868: la desunión. Eran visibles las discrepancias en cuanto a métodos de dirección del Comité Revolucionario Cubano, liderado por Calixto García con sede en Nueva York, con los patriotas radicados en el país, sobre todo los del Occidente, agrupados en el Club Central de La Habana. Incluso no se habían podido erradicar las divisiones ocasionadas por el regionalismo y los prejuicios raciales.
El inesperado estallido
Cuando en agosto de 1879 Eusebio Hernández, emisario de los cubanos en la emigración, se reunió con los conspiradores en Cuba, no se precisó en momento alguno el inicio de la insurrección para finales de ese mes. En La Habana halló incomprensiones, aunque valoró que había patriotas de gran valía como José Martí y Juan Gualberto Gómez. En el centro del país, contactó con Serafín........
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