Cuando Batista mató la paloma de la paz
Desde su salida de prisión, el 15 de mayo de 1955, Fidel emprendió la labor de demostrarle al pueblo que la tiranía nunca permitiría una oposición política pacífica
Por. / Pedro Antonio García*
Minutos antes de abandonar Isla de Pinos (hoy Isla de la Juventud) en la pequeña motonave El Pinero, tras 22 meses de reclusión en el Presidio Modelo, Fidel accedió a responder un cuestionario a un periodista radial: “Pienso quedarme en Cuba luchando a visera descubierta. Combatiendo al gobierno, señalando sus errores, denunciando sus lacras, desenmascarando gánsteres, porristas y ladrones”.
A otro reportero, perteneciente a la nómina de BOHEMIA, expresaría: “Estamos por una solución democrática. El único que se ha opuesto aquí a soluciones políticas es el régimen”. Y al diario La Calle, cuyo director-propietario era su amigo, el revolucionario Luis Orlando Rodríguez, luego comandante rebelde, expresaría: “Tal vez muchos exiliados no regresen a la patria, esperando a ver qué ocurre con nosotros, es decir, para saber si realmente hay garantías. Nosotros nos sometemos voluntariamente a ser conejillos de India de la actual situación. Por eso no vamos al exilio, aunque sé que la primera villanía me la harán a mí”.
Ya desde los días de prisión Fidel había estado delineando su estrategia política para cuando recuperara la libertad, consistente en vertebrar un movimiento independiente y ajeno a los politiqueros corrompidos y antimperialistas, y desarrollar la insurrección popular como la forma más alta de la lucha de masas. Pero como buen leninista, comprendió que no se podía convocar al pueblo a la lucha armada en momentos en que el régimen había promulgado una amnistía general para los presos políticos y mantenía cierta tolerancia con la libertad de expresión y de prensa.
Era necesario aún desenmascarar a la tiranía ante la opinión pública, hacer que trasgrediera la estrecha legalidad existente y mostrar en toda su magnitud su despotismo y crueldad innatas. Tocaba entonces a la vanguardia despertar la conciencia de las masas, llevarlas al convencimiento de que la única opción ante el batistato era la lucha armada.
La paloma asesinada
En el trayecto de Gerona a Batabanó y luego, de este poblado a La Habana, Fidel consultó con varios combatientes la nueva denominación del Movimiento que se proponía fundar, no solo con los moncadistas, sino sumando a otros compañeros de la Juventud Ortodoxa, de otras organizaciones e incluso a revolucionarios probados sin afiliación política anterior que se habían distinguido en el enfrentamiento al régimen de........
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