Mamá Juana
La tierra también puede parir héroes del trabajo
Como paloma rabiche, la espirituana Juana María Blanco Santo nació para vivir en el campo, entre árboles, plantaciones, animales, aire puro, cielo abierto… lejos del riesgo del dióxido de carbono emitido por miles de autos en la ciudad, de la contaminación ambiental e incluso de otro “contagio”: el que transmiten las miserias del interior humano.
Por eso, entre sueños, se recuerda a sí misma, muy niña, siguiendo los pasos de su adorado padre en todo, amando a esa tierra que todavía no se ha cansado de ordeñar y de sacarle fruto para alimentar la vida.
Tiempos duros aquellos. A los 11 años no sabía qué era un pupitre escolar. Por ello, muy joven, con tres hijos ya y sola en la pelea, le metió pecho de frente al mundo.
Con aquel ramo de flores –que “en pago” le entregó la misma familia con cuya ropa había largado los nudillos, lavando a puro puño– no podía alimentar a sus niños ni comprarles ropa, zapatos, juguetes… De manera que puso proa hacia las plantaciones cañeras. No había otra opción de empleo en toda la zona. Y, a la par, decenas de labores más que tanto siempre le han........
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