Por qué el Che no peleó en Girón
La respuesta a esta curiosa pregunta la daremos aquí en este trabajo periodístico cuyo contenido no es muy conocido sobre todo por las nuevas generaciones
Estamos convencidos de que para muchas personas cubanas y extranjeras la respuesta correcta a la interrogante del título es en realidad un revelador secreto ahora divulgado.
Sobre este interesante tema se han dicho, redactado y publicado falsos argumentos, por ignorancia o mala intención. Aprovechamos la nueva celebración de la primera gran victoria cubana contra el imperialismo yanqui para explicar lo ocurrido realmente.
Muchos enemigos de nuestro proceso socialista intentaron hacer ver, creer o pensar que el legendario médico guerrillero argentino no combatió a los mercenarios por reinar entonces serias discrepancias o discordias del propio Che con Fidel y Raúl.
Los odiadores, contrarrevolucionarios, asesinos y torturadores de la tiranía de Batista, los fascistas refugiados junto a la mafia de Miami, no llegaron nunca a conocer ni a reconocer la ética, sensibilidad, solidaridad, capacidad intelectual, nobleza, el amor y audacia del Guerrillero Heroico. De haber conocido bien al Che, o la verdadera causa de que no combatiera en Girón en aquella ocasión, tal vez no se hubieran atrevido a expresar semejante calumnia.
Era estricto, pero valiente, sensible y humano
Ernesto Guevara de la Serna sí estuvo en Playa Girón. No combatió, pues se encontraba aún convaleciente de una herida de bala en su rostro. / ARCHIVO DE BOHEMIALa leyenda del Che se había extendido desde la época de la Sierra Maestra por todo el país. De sus hazañas se hablaba casi a diario por la emisora clandestina Radio Rebelde, escuchada en miles y miles de las casas cubanas.
A decir verdad –la misión primordial del periodista-, a pesar de su aparente severidad y rigor, se han registrado detalles importantes de sus fibras más íntimas y sensibles. En una carta no tan divulgada a Aleida March, su esposa, le confesó que él había pasado parte de su vida refrenando fuertemente el cariño por ciertas consideraciones y ello hizo verlo por algunos como si fuera “un monstruo mecánico”.
Incluso en una libreta de apuntes enviada a ella desde muy lejos, le comentó: “Si sientes algún día la violencia impositiva de una mirada, no te vuelvas, no rompas el conjuro, continúa colando mi café y déjame vivirte para siempre en el perenne instante”.
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