El monumento que nunca quiso serlo
La boya de Cárdenas trasciende su materialidad para erigirse como un caso singular de monumentalización espontánea
En el corazón mismo del Parque Colón, emblema y pulso de la ciudad de Cárdenas, reposa una boya que ha trascendido su función original de señalización y orientación marítima para convertirse en testigo silente de una de las tragedias naturales más impactantes en la memoria local. Ese fragmento del mar, detenido en tierra firme, guarda las huellas de un evento que permaneció en el recuerdo y el alma de esta ciudad costera.
A escasos metros de la imponente estatua del almirante que corona la plaza fundacional, se halla el artefacto cargado de misterio. La boya, convertida en un símbolo, guarda en su estructura el rastro de un destino ajeno a la voluntad humana.
Naturales y visitantes se acercan intrigados, sin comprender del todo que el objeto flotante no llegó allí por designio, sino por la fuerza indómita de la naturaleza, dejando un enigma que sigue despertando preguntas.
Cuando aún faltan varios meses para cerrar la actual temporada ciclónica, se impone la necesidad de echar la vista atrás y revivir uno de los huracanes que, con fuego y furia, marcó para siempre la tierra donde por primera vez se izó la bandera de la estrella solitaria.
En algunos puntos la altura del agua alcanzó alturas superiores a los dos metros. / giron.cuCicatriz cardenense
Hace noventa y dos años, el 1 de septiembre de 1933, la furia desatada de un ciclón arrastró hasta el centro de la........





















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