La OTAN y la teoría de los Estados-portaviones
En 1999 la OTAN entró en acción bélica atacando a un país europeo. Los Estados Unidos, liderando la OTAN, volvieron a bombardear una nación soberana de nuestro continente, la República Federal de Yugoslavia. Desde 1945, la Luftwaffe (fuerza aérea alemana) no había atacado a otro país europeo. En 1999, esta misma fuerza aérea volvió a matar. Igualmente, la fuerza área española, incapaz de contener el expansionismo marroquí desde los tiempos de un Franco senil, por lo menos, sin embargo ostentó en Bosnia el dudoso honor de haber sido la primera en haber entrado en combate. Otro "honor" para un país como España, que llevaba siglos empleando su ejército para matar a sus propios compatriotas antes que para defenderse de enemigos extranjeros, incluso si estos eran enemigos de países pobres o tercermundistas, fue el contar como secretario general de la OTAN al "científico" y socialista Javier Solana. No obstante, al margen de comparsas y bufones, como España, Alemania, y demás socios de la organización, todos sabemos que la acción bélica fue impulsada y protagonizada por los EUA.
Se calcula que más de 9.000 toneladas de bombas cayeron sobre este país europeo. Los serbios y otros pueblos yugoslavos murieron en gran número. Entre 1200 y 5000 personas, muchas de ellas civiles, recibieron la muerte a manos de las bombas otanistas, a las puertas del siglo XXI. Se ha certificado que una parte de las bombas eran de uranio empobrecido, lo cual es un mal presagio sobre el papel de la OTAN en los conflictos actuales y venideros: Europa nunca va a ser un santuario protegido, y la OTAN no es un remedo de "un ejército europeo", pues es un conglomerado militar liderado por los norteamericanos. Antes al contrario, la OTAN es una organización peligrosa para los pueblos europeos, cuya conducta, expansiva y agresiva (en contra de todos sus documentos fundacionales), les puede poner al borde de la destrucción. Con el mismo casus belli de las "limpiezas étnicas" yugoslavas (ese fue el casus belli en la matanza de la OTAN de 1999), son muchos los países democráticos y liberales los que deberían haber sido bombardeados, por no hablar de las pequeñas potencias "aliadas" del Tío Sam (Israel, Arabia Saudí, Marruecos, etc.), ante cuyas atrocidades, la OTAN y su líder norteamericano miran para otro lado.
Desde la creación de la OTAN en 1949, una vez firmado el tratado de Washington, este organismo fue presentado, en el contexto de la guerra fría, como una alianza "defensiva". Como alianza militar, el ataque a uno de los miembros debe despertar una reacción defensiva del conjunto de los aliados. "Atacarnos a uno es atacarnos a todos". Aquel contexto de la guerra fría no era sino el supuesto contexto de los bloques ideológicos: los rusos, nos decían, habrían llegado hasta Lisboa e implantado el comunismo de no ser por el amigo americano. Este amigo tendría que liderar una Europa destruida y hambrienta, tanto en la senda de una reconstrucción capitalista como en la otra vereda necesaria: la ruta hacia un robustecimiento militar de los socios y aliados del poder yanqui.
En el presente, desde las masacres contra Yugoslavia (principalmente contra los serbios) de 1999, y más aún, desde la guerra de Ucrania (iniciada con el Euromaidán de 2014), los ojos de muchos ciudadanos del "viejo continente" se han ido abriendo. Pero no lo suficiente. El velo se ha ido cayendo poco a poco: la OTAN no protege la soberanía de los pueblos y naciones de Europa, sino que puede (y de hecho) debe comprometer la independencia y soberanía de los mismos, enredándolos en conflictos que no responden a sus propios y legítimos intereses, sino que obedecen a la lógica de potencias ajenas a ellos.
Dicho en otras palabras muy sencillas: estar dentro de la OTAN no da seguridad, sino que da miedo.
Una OTAN agresiva (como lo demostró en Yugoslavia y lo demuestra en Ucrania) es peligrosa para los propios pueblos y naciones inmersas en el Tratado. Es una OTAN que les obliga a re-militarizar las estructuras estatales (reclutamientos forzosos, envío obligatorio de misiones al extranjero, aumento de la fabricación de armas, recortes sociales…) pero no en su propio provecho, y en pro de la legítima soberanía nacional, sino en beneficio de la propia lógica del Tío Sam, la cual, más y más, se va mostrando contradictoria con la de Europa. Lo bueno para los norteamericanos es lo malo para los europeos, y viceversa.
De otra parte, el precedente agresivo de 1999, contraviniendo la Carta de las Naciones Unidas, fue el comienzo de una sombra que hoy ya está a punto de cubrir Occidente. El "jardín" de Josep Borrell, otro fracasado socialista español, como el jefe de la OTAN entonces, Solana,........
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