¡Abajo Cadenas!
Los cambios que anhela el país tienen raíces muy profundas. Y como toda raíz robusta, no basta cortar el tallo para evitar que otras ramas florezcan. Los ciclos revolucionarios-indican los estudios historiográficos-han tenido como factor común, la determinación irreductible de los pueblos para alcanzar su libertad de regímenes autárquicos, oligárquicos, comunistas, fundamentalistas, militaristas o religiosos.
El hartazgo social que guía el movimiento de masas, demanda un liderazgo de cambio en sintonía con ese sentimiento. La humanidad lo ha vivido intensamente en los últimos 300 años. Venezuela ha tenido su parte en esta historia. Hablo de las revoluciones atlánticas que comenzaron con la independencia de Estados Unidos [1776], siguieron con la revolución francesa de 1789 y la liberación española, guerras de independencia hispanoamericana, a partir de 1808 hasta mediados del siglo XIX.
Nuestra raíz libertaria-producto nuestra gesta emancipadora-es muy profunda por ser identitaria y multirracial. Una épica de hombres blancos de orilla a cimarrones, que se amalgamaron para romper las cadenas coloniales. Una integración social, cultural, antropológica, ideológica y económica precursora de la primera ola de redención republicana. Ciclos revolucionarios que se hacen incontenibles, siendo que su periodización obedece a criterios evolutivos-filosóficos y políticos-que galvanizan el momento histórico de transvaloración y emancipación.
Venezuela vive la tercera ola de reconducción republicana y democrática de un estado-caudillo-centralista-presidencialista y autoritario a una democracia moderna y liberal. Un ciclo primaveral irreversible. Lo ocurrido a partir del 28/7/24 será recordado como el punto de ignición de un nuevo pacto social de inclusión, agregación ciudadana, civilidad y transformación del estado. Es nuestra propia revolución de los colores. Como el otoño de la naciones [1989], que procuró la caída del muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética, los nuevos ciclos revolucionarios en Europa Oriental y Asia Central, la marea rosa en América Latina y la Primavera Árabe en el Medio Oriente. El 2024 es el año de nuestra nueva ola liberal y democrática. La última fue en 1958.
La libertad tiene color y aroma de flor
Muchos piensan que la dictadura no sale con votos. A nuestro criterio esa sentencia es un lugar común. Es muy sonora y luce de una lógica impecable. Pero es falaz porque los movimientos de masas basados en papeletas, vienen acompañados de una fuerza colectiva inquebrantable. Hay muchísimos ejemplos en sociedades muy diferentes; ergo: La revolución púrpura de Yugoslavia que sacó a Milošević y terminó condenado y preso por la Corte Penal Internacional; la revolución rosa [Georgia] que dio cuenta de Eduard Shevardnadze; la naranja [Ucrania], que evitó el fraude electoral contra Víktor Yúshchenko........
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