Hasta arriba de ketamina
La verdad es que Elon Musk no consigue ser el malvado que todos desearíamos en nuestra amarga vida. Con los malvados de la sociedad es aplicable lo que tantas veces enseña José María Merino sobre la diferencia que hay entre la ficción literaria y la cruda realidad: aquella necesita ser persuasiva, verosímil; esta no, y sus malvados, por tanto, tampoco. La ficción inventa malvados con aspecto de malvados, como Sauron, Cthulhu o Darth Vader, pero en la realidad un malvado se puede permitir cualquier aspecto, hasta el más inofensivo o cómico. La realidad es verosímil por veraz, no por su capacidad persuasiva.
La historia está repleta de malvados cuyo aspecto no cuadraba con ningún arquetipo. Charles Chaplin y Adolf Hitler, por ejemplo, optaron por el mismo bigote cepillo de dientes (así llamado). Su aspecto era intercambiable, pero uno nos hace reír todavía hoy y el otro es epítome del llanto y la destrucción. Chaplin eligió ese adorno capilar para caracterizar a su personaje Charlot en 1914.........
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