La ola ultra que avanza exultante por Europa ya no agita tanto la bandera de la eurofobia. Las desastrosas consecuencias del brexit para los propios británicos puso negro sobre blanco lo negativo de abandonar la UE por mucho que el proyecto comunitario sea manifiestamente mejorable. Ahora la carga que municiona los populismos de extrema derecha es casi en exclusiva el sentimiento antimigratorio llevado ya sin ambages a tintes racistas y xenófobos. Esos que nutren las manifestaciones contra quienes colorean la piel blanca de Europa son lo mismos que dejan a sus padres o abuelos al cuidado de inmigrantes y que habitan en casas construidas por extranjeros de piel oscura. Inmigrantes son también quienes limpian sus escaleras, les sirven comida en los restaurantes o podan sus jardines. No cabe mayor hipocresía que demonizar y negar los derechos de quienes vinieron de fuera huyendo de la guerra, la hambruna o la miseria mientras te........

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